jueves, 27 de septiembre de 2012

Sincera, clara y directa. Puto y aparte.


Era graciosa y cortante. Era directa y vergonzosa. Era arisca y atenta. Era tan ella que a veces se odiaba. Decían que era única pero ella se veía como todas. Estoy vomitando tu simpatía. Produces odio, inspiras pena. Me llamaban ella, pero ella no está ¿Sabes? Y cada día duele más. Días de angustia y noches en vela. La ciudad estaba en silencio. Había tanto odio en el ambiente que el aire apestaba a soledad. Las mentiras acumuladas explotaron más por casualidad que por iniciativa propia. 5 discusiones al día y 30 besos reconciliadores. Se enfrascaban en sus pensamientos y se evadían del mundo tarareando la melodía de su tristeza. Se odiaban hasta el extremo, se dañaban, se desangraban, se destrozaban pero cicatrizaban juntos. Siempre juntos. Para tocar mi corazón no hay partitura, imbécil solo tenías que aceptarme y no intentar cambiarlo todo. Tu perfume en mi ropa y mi carmín en tus labios. Estar lo suficientemente cerca para empezar una guerra pero lo bastante lejos como para no terminarla. Demasiada gente a mi alrededor y demasiado sola me encuentro. No sé a que vienen estas ganas de llorar. Yo puedo con todo ¿Recuerdas? La soledad y la tristeza vinieron de la mano y la normalidad pasó a un segundo plano. Un mundo trastocado a juego con un corazón que de tanto dar y recibir se encontraba lleno de estrías. Me senté a desengañarme (igual que sola me había engañado) y recordé que las cosas suceden por algo, que hay filosofías de vida que ni respeto ni comparto. Te quiero pero esta vez voy a elegir ser feliz.

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