lunes, 18 de marzo de 2013

Nunca quise ser una princesa.

Porque las princesas no salen del castillo mientras que los piratas ven mundo siempre; las princesas llevan zapatos de tacón, los piratas mojan sus pies descalzos; las princesas no ven las estrellas porque se resfrían con el relente, los piratas duermen con ellas cada noche; la piel de las princesas es blanca y suave, los piratas doran su piel al sol; los labios de una princesa saben a caramelo y los de un pirata saben a mar, las princesas huelen a tranquilidad mientras que un pirata huele a locura.
A las princesas se les prohíbe llorar (estropearían su carita de muñeca), una pirata no tiene vergüenza a llorar; las princesas tienen miedo al qué dirán, un pirata se come el ridículo.
El corazón de una princesa es de cristal y se rompe con facilidad, el de un pirata es de madera, y aunque también se rompe, es más fácil de reparar.
Las princesas tienen muchas posesiones, eso las hace menos libres, en cambio un pirata vive al máximo cada día como si fuera el último 

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